Algún sonido de ruedas, más de una canción, mi cocina, nuestro número, fotos, el parque, y muchos recuerdos. Todo acaba acumulándose siempre ahí, ¿no es así? En los recuerdos. El dolor está, y los recuerdos lo acompañan. Y va a ser así siempre.
Que tal vez debería replantearme muchas cosas, pero ahora sólo puedo pensar en ti, en el mal sabor de boca que me ha dejado esto, en que hubiese querido otro final, dentro de mucho tiempo. 
Te dije que no iba a soportar otra ruptura... y no la estoy soportando.

Perdida.

Eras mi pasaporte hacia la felicidad, mi sonrisa de cada día, todos y cada uno de mis te quieros. Eras el pilar de mi vida, lo único que me hacía creer que hay salida. Eras la persona que me iba a sacar de toda esta mierda. Pero en lugar de sacarme del agujero me has metido más en él, y ya no me queda nada. 

Y quedaron tantos sueños por cumplir, tantos meses que contar, tantos besos, tantas noches. 
Pero aquí sigo, intentando refugiarme en algo que no empiece por R, en algo que no me recuerde a nuestro estúpido diecisiete. Guardando mi alma, hecha pedazos, en botellas de alcohol y haciendo que se esfume en el humo de cada cigarrillo.

¿Y qué tenías? Que te lo llevabas todo y no dejabas nada para mí.

"Todos los diecisiete de mi vida", te prometí. Y un año después sigo cumpliéndolo.

No sé qué más escribir. Que te echo de menos, tal vez.

Que ya no estarás para mí como yo quiero que estés, pero que yo seguiré como una tonta esperando.