Y hasta luego.

El otro día, sin venir a cuento, salí un rato a tomar el aire, necesitaba calor, necesitaba la luz solar. Me puse la música, y salí. Pero, es que, no sé qué pasó. Alguien en algún lugar accionó algo, quién sabe qué fue. Pero en aquel momento empecé a sentirme observada, querida, protegida. Nada malo, en absoluto. Y hasta el día de hoy sigo sintiéndome así.
Alguien me susurra tu nombre, y yo vuelvo a recordarte. Alguien me trae tu olor desde Dios sabe dónde. 
¿Qué pasa, eh? No vuelvas, no. 
Hace mucho, o poco, decidí muchas cosas. Decidí mi futuro, y no quería que tú estuvieses en él, ¿entendiste? 
No quiero más melodías bonitas, ni volver a escuchar tu voz susurrándome que me quieres. No. 
Me propuse olvidarte, y eso estoy haciendo. Así que, ahora, vete. Está será la última vuelta que te doy, y, con lágrimas en los ojos te dejaré marchar. Porque, así debió ser desde el principio. 

PD. Sé que volverás, lo sé.

Casi treinta.

Hoy quería decirte algo. Algo importante, lo recuerdo. Pero es que, me perdí. Me perdí en tus ojos. Me perdí entre tus besos, entre todas aquellas caricias. No sé qué ha pasado, ahora sólo sé que no necesito a nadie que no seas tú. 
Y, ¿sabes qué?, que se jodan los demás. 
Yo te quiero, y da por hecho que seremos felices.

Y, apareció ella.

Yo sólo te quería a ti, sólo necesitaba tus besos, sólo una mirada, alguna que otra caricia, andar por la calle cogidos de la mano. Volver a sentir que me querías, rozar tus labios, y pasar más tardes en tu casa. Sólo quería eso, sólo te quería a ti, eras tú mi única escapatoria, el único camino por el que andar.
Pero, apareció ella, y, ¿qué quieres que te diga? Ya no sé ni a quién quiero o dejo de querer.

Te lo mereces.

Doce de la noche, llego a casa. No hay nadie, y, ¿qué ocurre? Que me apetece escribir, escribir para ti. Aunque no sé si estarás interesada en leer algo que provenga de mi mente. 
Y, aquí estoy, frente a un ordenador, medio cansada, escuchando nuestra canción, la segunda, y con los ojos rojos, no sé si de llorar o del cansancio. Pero aquí me tenéis, echándote en falta cuando aún no te has ido del todo.
Pero, hoy ya no voy a seguir intentándolo, creo que te mereces que no siga intentándolo. Te mereces ser feliz, y, desde luego, sin mí. Y en el fondo sé que te duele tanto como a mí, pero es lo que toca. Sé que llegarás a ser feliz, más de lo que lo has hecho desde que me conociste. Hoy, como ya te dije antes, me apetece que te quedes con lo bueno, con las canciones, las risas, los besos, alguna que otra caricia, alguna que otra película, y aquella tableta de chocolate. Por favor, quédate con ello. No con lo mal que me he portado contigo. 
Hoy, no voy a ser egoísta, ya lo he sido bastante contigo. Hoy te voy a dejar ir, porque sé que te lo mereces. Sé que te mereces una vida sin mí, porque sólo sé cagarla. Sé que te mereces a alguien que te corresponda, alguien que te quiera, y que te dé los besos que yo no te di. Que te diga tantos te quiero como los que no salieron de mi boca.
Por último, lo siento mucho. Eras -eres, y seguirás siendo- alguien importante para mí. Y ya no sé cómo hacértelo creer, aunque parece ser que cuando mejor estamos, tiendo a cagarla. Pero, a pesar de todo ello, siempre estaré para ti. Siempre serás mucho. Siempre recordaré a Romea y Julieta, en sus mejores momentos. Siempre me meteré en tu blog para ver si escribiste sobre mí. Siempre seguiré sintiéndome culpable.
Pero, todo eso, es problema mío. Y yo, ya no quiero molestarte más.
Te deseo mucha suerte, Romea. Pues, una vez más, te lo mereces.

Hoy quería escribir, escribir una bonita despedida, de estas que te hacen llorar...
Pero, no sé por qué, ahora mismo no puedo.
¿Qué hiciste? ¿Te llevaste mi inspiración? 

Ojos bonitos.

Mi vela, la que había encendido hace unas horas, y la misma que había dejado en mi mesita de noche aquella madrugada, acabó por consumirse, como era obvio. Y, cuando la oscuridad invadió mi habitación, me puse a pensarte. Pero es que ese día cambié la R de romance por otra consonante en mayúscula. Decidí cambiar tu pelo a veces corto, y a veces largo, y rubio por otra cabellera más femenina. Cambié el día diecisiete de mayo, por un sábado veintidós de noviembre. Cambié tantas cosas aquella noche... 
Y aún no me arrepiento. 
La luz, espera, no había luz. Pero yo levanté la persiana intentando hacer el menos ruido posible para comprobar que la noche seguía cayendo sobre nosotros sin piedad. Y, la luna a la que tanto amaba, volvía a esconderse una vez más de mí. Las estrellas brillaban mucho, y a esas horas, cualquiera es capaz de perder la cabeza por amor. Sobretodo yo. Que pensaba en ella, y en todos sus mensajes que hicieron que me encantase un poco más. En todas las sonrisas que había conseguido sacarme en tan sólo cuatro o cinco días. En todos los futuros besos, y en los primeros momentos. 
¡Argh!, estaba perdiendo la cabeza por sus caderas.

¿Sabes qué?

Hoy lo he comprendido.
Que la vida es demasiado corta, para pasártela pensando en alguien que no vale la pena.

PD. Ya volverás, ya.

Puedes, deseo. Ojalá.

Hoy por hoy, no sé qué me pasa. No sé qué me has hecho. Pero no me desagrada para nada. Te dejo seguir haciéndolo. En dos días has dibujado muchísimas sonrisas en mi cara con simples mensajes de texto.
Y llámame ilusa, o estúpida, o adorable, o incluso inmadura. Me da igual. Yo sólo sé que en esto del amor aún soy principiante, y me queda mucho por aprender. Sobretodo en este tipo de amor. Pero, una vez más, me da exactamente igual. 
Puedes decirme que no es posible, o insinuarme una vez más que hay tantas posibilidades como peces en el mar. Puedes sonreírme, o apartarme la cara. Puedes mandarme sms bonitos, o puedes no hacerlo. Puedes llenar mi corazón con palabrería, o puedes llenarlo con sentimientos reales. Puedes dejarme dormir contigo, y puedes abrazarme. Puedes quererme, y hacer que yo te quiera. O puedes no hacerlo.
Por poder, puedes hacer muchas cosas. 
Pero, por desear, yo deseo otras muchas.
Como que cumplamos todos esos mensajes, como que nos comamos a besos día sí, y día también, o como que me hagas creer que de verdad el amor existe. Deseo que me demuestres muchas cosas, porque sé que tú podrías. Llámame tonta, pero es que simplemente lo sé. También deseo pasar las mañanas junto a ti, en nuestra cama, abrazadas, pero siempre y cuando me hubieses traído aquel café y aquellas tostadas a la cama.  Desearía que no se quedase en ilusiones, de verdad. Desearía que no se quedase en otro sueño más. Desearía morirme por verte, y al verte morirme. Desearía sentir que no son más que fantasías. Desearía que estés a mi lado. 
Pero, hoy, yo no estoy para hablar de lo que yo deseo, o para hablar de lo que tú puedes hacer o dejar de hacer.
Hoy estoy aquí para decirte que no me cuesta saber que eres especial, porque sé que lo eres. También sé que podríamos ser mucho, sólo si supiésemos. Y sé que nosotras podríamos aprender a serlo. Sé que tus besos me han sabido mejor que los de nadie en mucho tiempo, y que eso tiene que significar algo. Ahora, tan sólo sé, que quiero volver a rozar tus labios. Una y otra vez.


Aunque, repito que tal vez sólo sean sueños.

Alguien que me demuestre que debo luchar por él.

¿Sabéis? Ahora mismo sólo deseo una persona que valga la pena, alguien que de verdad me demuestre de todas las formas posibles lo que significa la palabra amor. Alguien que me traiga desayunos a la cama, y que me bese dulce y suavemente. Una persona que sea tan imperfecta como yo, y que por ello me complemente. Alguien que cante conmigo como si estuviésemos borrachos, que me diga te quiero en el momento exacto con el tono justo de voz. Una persona por la cual escuche canciones, y piense momentos a su lado. Alguien que me haga creer que el amor sí que existe. Una misma persona a la que besar todos los días de mi vida, y alguien a quién querer a pesar de todo. Alguien que esté a mi lado en lo bueno, y en lo malo.
Aunque, la verdad, es que pido demasiado.

El amor, tan contradictorio como siempre.

Hoy me he dado cuenta de que ya no te quiero.
Y, no sé por qué, pero me duele más de lo que creía.
Será porque te sigo queriendo...

Hey, gracias.

Por volver, por ser la única Romea en mi vida, por ser tan asdf*-*, por todo.
E incluso por quererme tanto.
-"Algún día..."-me contaba que pensó cuando vio mi foto. 

El Cid.

Más tarde o más temprano, todo en la vida llega a su fin. La belleza se esfuma con los años, la flor acaba barrida por el viento, y el sueño más hermoso se deshace en la frontera del amanecer. Ni siquiera los reyes, por más que quieran, consiguen conservar su poder para siempre.

Vuelve, te necesito.

¿Sabes?, hoy no pienso rendirme. 
No pienso dejar que sigas pensando esas cosas de mí, porque yo sé mejor que nadie que no son verdad. Y te las haré creer a ti.
No pienso rendirme, o al menos no a estas alturas del camino, ya que ahora no puedo dejarte ir, no puedo dejar que te vayas de mi vida.
Tampoco pienso dejar que alguien tan importante se escape de mis manos sólo por el hecho de que soy una puta, no. 
Y, sobretodo, pienso dejar se sujetar el lápiz con el cual estoy estoy escribiendo nuestra historia.


Porque, ¿sabes algo? "Un siempre no se olvida nunca." 
Y te dije que Romea y Julieta SIEMPRE estarán ahí.


Pd. Te necesito.
Pd.2 Siento que te hayas enamorado de la persona equivocada.
¿Y qué ha pasado ahora? ¿Me puede decir alguien qué he hecho mal? Porque yo no lo sé, o al menos no acierto a saberlo. 
Esta noche hubiese dormido mejor si no me hubiese dado cuenta de que me habías borrado. Mañana por la mañana, hubiese cogido el ordenador felizmente para hablar contigo a las siete de la mañana sin saber que me habías borrado.
No sé qué ha pasado esta vez, pero es que yo ya te echo de menos. 
Que tú nunca te lo has creído, pero es que te quiero, porque siempre estuviste ahí. Y me jode que parezca que no quieras que yo siempre esté ahí.


Att. Una Julieta que llora.
Corrían hacia las cinco de la mañana. Era una de las primeras noches frías del otoño. Yo lloraba sola, y procurando hacer el mínimo ruido posible. Había silencio, exceptuando algunos pequeños ronquidos que parecían decirme que me fuese ya a dormir. Si prestaba atención, podía oír las lágrimas chocando contra el papel, era un sonido seco, pero no desagradable. 
El amor me había jugado una mala pasada por primera vez. El destino se burlaba de mí. Zeus jugaba conmigo como si fuese su marioneta. La luna aquella noche se había escondido entre las estrellas, parecía que quería resguardarse del frío. Por más que la buscaba y la buscaba, ella también se burlaba de mí jugando al escondite.
A mis catorce años el amor me pedía que tirase la toalla, alguien me susurraba que lo hiciese. Pero yo aún no estaba dispuesta a ello.
Aquella noche, yo no era yo. Aquella noche decidí escribir estas palabras por si alguien, en cualquier lugar, podía oírme. Aunque yo sabía para quién escribía estas palabras.
El mundo, tal y como lo conocía, dejó de tener sentido. Pensé que una vida sin él no merecía ser vivida.
Lloré y lloré intentando llenar con lágrimas un pozo sin fondo. Fingí sonrisas que saltaban a la vista que eran falsas. Vi mil caídas suyas sin inmutarme casi. Sufrí en silencio delante suya, sólo para que no se sintiese mal. Y, sobretodo, seguí amándole durante bastante tiempo. Más del que yo tenía previsto.


"Hubiese podido escribir los versos más tristes aquella noche.
De hecho, hubiese querido poder hacerlo."

Esto, es una mierda.

Que simplemente creí que las cosas saldrían bien. Pero no sirve de nada. 
Y es que yo soy una persona muy negativa, y ahora mismo, no tengo ganas de nada.
Ni poesías, ni textos, ni mierdas. NADA. Ni siquiera de piercings, y pelos largos. 
Ni de chicos, ni de chicas, ni de ninguna mierda relacionada al amor.
Porque yo no soy débil, pero a tu lado soy sólo una mota de polvo que sólo piensa en llorar, y que le mira boqueabierta porque no puede dejar de quererte. Que me creí más fuerte que todo esto, pero veo que no es así. 
Por lo que, hasta luego, amor. Volveré en un tiempo.

^-^

Hoy me propuse algo.
No sé, tal vez no sea algo difícil, pero pienso cumplirlo.
En primer lugar, pelo largo. No me lo pienso tocar hasta mi cumpleaños, dentro de medio año. 
Segunda cosa, adelgazar. Lo siento mucho, sí, sí, sé que estoy bien, pero podría estar mejor, y pienso estarlo. Pero siempre de una manera sana, eh, nada de dejar de comer.
Tercer reto, y tal vez el más difícil: comprarme ropa más ajustada, pero esto, después de perder peso, haha. 
Y, por último, cuarto reto, ser yo misma.

Que me olvides, y definitivamente.

Olvídame, ¿vale?
Por unos segundos creí que habías cambiado, pero veo que no, que eres como todos los tíos, se van detrás de la primera tía buena que pasa. 
Así que, déjame, hoy me has decepcionado, me has fallado, y no sabes cuánto. 
Ahora ya no hay vuelta atrás, ya no habrá posibilidades.


Eres como todos. Aún así, he llegado a sentir algo tan fuerte por ti...

Sé, del verbo saber.

Sé que el mar seguirá chocando contra las rocas, hasta creo que puedo oírlo.
Sé que el sol seguirá poniéndose cada atardecer, para dejar así una estampa muy bonita durante unos segundos.
Sé que la luna jamás me mostrará su cara oculta, porque yo no soy especial. 
Ahora sé que Papá Noel no me vigila, y los monstruos de debajo de la cama se esfumaron. Jamás veré a Nessy, porque ahora sé que no existe.
Sé que no va a volver mucha gente, por mucho que me esfuerce en pensarlo, en desearlo, en quererlo.
Sé que las cosas acaban pasando como deben pasar, por muchas ilusiones que yo me haga.
Sé que los errores se pasan hasta cierto punto, y yo, tal vez lo haya sobrepasado.
Ahora ya sé que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Y espero que tú también lo sepas.

Ahora por fin sé que, aunque parezca un poco obvio, te quiero.
Y, ¿sabéis qué es lo mejor que puedo hacer? Pasar de la gente.
Porque ya me lo decía mi madre: "A palabras necias, oídos sordos."

Música.

Hoy intenté de nuevo evadirme de esté asqueroso mundo, y, de ti, cómo no.
Me coloqué los auriculares en las orejas, y puse el iPod en marcha. 
Y las canciones pasaban. Una tras otra. Sin piedad alguna.
No sé cómo, entre melodía y melodía volvió a mi cabeza tu recuerdo.
Aunque, ahora sé, que tu estúpido recuerdo siempre vivirá en mi cabeza.
Joder, que ya me he cansado de esperar un milagro, una solución. Que ahora los problemas los planteo yo, las sonrisas las regalo, y las lágrimas las guardo.

Que siempre te querré.

Que cuando te veo pasar, no sé mirar a otra parte que no seas tú.
Que cuando patinas, no sé mirar otra tabla que no sea la tuya.
Que cuando me conecto, no sé mirar otra letra que tu inicial.
Que cuando te hablo, no sé hacer otra cosa que sonreír porque simplemente me contestaste.
Y, que, cuando te miro, sólo sé perderme entre tus preciosos ojos azules que me piden que te ame.
Leo entre líneas buscando te quieros,
me pierdo en tus labios buscando más besos.

Sueños.

¿Sabes algo? Hoy soñé contigo. Sí, soñé contigo. 
Soñé que estábamos en la playa, un lugar romántico, viendo, cómo no, un amanecer. Habíamos pasado la noche juntos, comiéndonos a besos, y sin poder dormir. Habíamos caminado hasta la playa cogidos de la mano, y nos habíamos sentado en la orilla, pero sin mojarnos los pies, ya sabes que eso a mí me da mucho asco. Decíamos palabras de amor, palabras bonitas, palabras horriblemente cursis, pero que me gustaba oír de tu boca. Sonreíamos como tontos enamorados, y andábamos pegados, y mirándonos de vez en cuando, disimuladamente, como comprobando que eso no fuese un sueño, que estábamos ahí, y ya nadie iba a separarnos jamás. 
Soñé que veíamos el amanecer, y que me decías que no habrías soñado un amanecer mejor. Te besaba, me besabas. Una y otra vez. Te decía te quiero, y tú pintabas corazones en la arena. 
No me guardabas rencor, ese era ya tema almacenado, guardado bajo llave, y olvidado. Pero yo seguía pidiéndote perdón, cada una de mis disculpas iba acompañada de un beso, y supongo que por eso no me dijiste que parase de disculparme. 
Soñé que te preguntaba "¿Para siempre?" y me respondías "Para siempre. Tú y yo, juntos, como siempre debió ser." Sonreí, te besé, y desperté de mi sueño. 

Perdiendo el tiempo.

Y aquí me tenéis, siendo una perfecta estúpida. Viendo pasar cada segundo que no estoy contigo. Distrayéndome en cada parada del camino, de mi camino. Esperando a la luz ámbar para pasar en el semáforo. Deteniéndome en cada paso de cebra. Intentando acercarme a ti, aunque sea nulo. Hablándote detrás de una estúpida pantalla de ordenador. Esperando la despedida para decirte que te quiero, aunque nunca me atreva. Preguntándote tonterías, intentando saber algo de ti, de tu día. Cantando canciones que me recuerdan a ti porque hablan de amores imposibles. Tendiendo mi mano, aunque sepa que no la vas a coger, al menos por el momento no.
Y aquí me veis, como una perfecta tonta. Perdiendo cada segundo que no estoy a tu lado.