Adiós 2011, gracias por este año de mierda.

Bueno... ¿qué decir? Se acaba el año y empiezan los textos para analizar cómo ha sido el año. Y, en fin, yo no me pensaba quedar atrás.
Ha sido un mal año, ¿para qué mentir? Siempre han estado mis amigos ahí, claro que sí, pero las desgracias siempre han sido mayor número. 
Desde el 1 de enero he vivido la primera muerte de alguien de mi familia cercano a mí, he visto día a día peleas en mi propia casa que no me favorecían, he visto como el día a día se hacía más duro, he vivido en primera persona lo que es que tus padres se separen, pero antes viví la desesperación por lo que podía suceder. He echado de menos a mi madre una semana que se tuvo que ir a Francia, y he sufrido por mi abuela, que era el motivo por el que mi madre tuvo que ir. He oído cosas realmente amenazantes y dolorosas, he derramado miles de lágrimas por cosas que tal vez no lo mereciesen. He tenido que tragarme demasiadas cosas sólo por ver a mi padre sonreír, he intentado que no afecte nada a mis estudios, y al parecer eso he conseguido, me he refugiado como he podido en mis amigos. He sufrido desengaños amorosos, me he enamorado por primera vez, y he experimentado con la sexualidad. 
He seguido sufriendo en silencio, y he llorado cada noche de este año. He fabricado un escudo hecho especialmente para protegerme a mí y sólo a mí, he sigo egoísta, he vuelto a llorar mucho. He dejado de comer, y he pretendido llamar la atención tantas veces. He aprendido lo que es echar de menos, y he sufrido tanto en tan poco tiempo. He conocido a gente nueva, y he vuelto a querer. He hecho esfuerzos muy grandes por aceptar a desconocidos en mi propia casa, sólo por ver que mi madre era feliz. He tenido que tragar saliva y salir adelante, porque nadie lo iba a hacer por mí. He sacado fuerzas de dónde no las había, y he aprendido a cocinar por no morirme de hambre. He madurado, un poco más. Y he vuelto a llorar por personas que no lo merecían. Me he pintado una sonrisa como podía, sólo porque odio que me vean llorar, he intentado aparentar que era feliz, y todo esto porque nunca me he considerado una persona débil. 
He intentado mentalizarme de tantas cosas que eran falsas que al final he aceptado la realidad. He vuelto a sufrir durante todos y cada uno de los días. He maldecido al destino por haberme tocado esto a mí, pues nunca he creído que lo merecía. He visto como mucho de mis sueños se hacían pedazos en mi propia cara.
Realmente, lo he pasado muy mal.

Y aún me preguntaréis por qué ha sido un año malo.

2012, sé un poco mejor que este año, que no es tan difícil.

Sonreír

Acostarme todos los días sabiendo que por la mañana ahí estarás tú, amaneciendo junto a mí, con el primer beso de la mañana, y un "buenos días, princesa" entre los dientes. 
Enviarte todos los días algún sms, y esperar impacientemente que me respondas. Pelearnos, y llorar. Besarte de nuevo sin miedo a perderte. Robarte más gorritos. Cantarte, escribirte. Cantarte de nuevo. 
Gritarle al mundo que te quiero, porque qué más dará si soy diferente al resto. A tu lado, todo saldrá bien. Y tener la certeza de que un 'siempre' es un siempre con todas las letras. 
Leer textos tuyos, y esperar a que me vuelvas a decir lo jodidamente bonitos que son mis ojos. Hacerme algún que otro piercing en la boca, y que me digas lo preciosa que estoy, sólo porque de verdad lo piensas.
Hacer lo imposible por verte un sólo minuto al día y poder besarte. Cams, conversaciones, quedadas, sms, todos los medios valen. 
Sonreír a todas horas, ver como tú sonríes también, y besarte sólo porque tú eres la razón de mi sonrisa. Mirarte a los ojos mientras te canto aquella canción que tan sólo quiere decir lo que ninguna de las dos se atreve a gritar por miedo a volverse a equivocar. 
Escribir una historia juntas, dónde y cuándo sea, cómo tú desees. Estar ahí para sanar heridas que algún día alguien abrió, pero que ya no importan porque estaré yo para sacarte sonrisas. Esperar a que cicatricen y sellarlas con besos para que jamás se vuelvan a abrir. 
Besar tu cuerpo desnudo, con amor, porque te aseguro que no me faltan las ganas. 
Enamorarme de ti, ¿por qué no? Y preocuparme por tonterías, ponerme celosa por nada, para oírte decir lo mona que estoy cuando me pongo celosa.
Que me tengas a tu lado para todo, y que todas mis palabras no hayan sido en vano. Cumplir cada uno de los sueños que tenía pensados para nosotras. 
Quererte, y que me quieras. 


Pero, todo esto son sueños. Y, querida chica de aquellos preciosos ojos, soñar es gratis. 

¿Y si te quiero qué?

Un día cualquiera me da por ordenar mi pequeña cabeza, por amontonar todas esas ideas y meterlas en cajones para tener más espacio. 
Y, bueno, no saco nada en claro, pues todas las ideas parecen contradecirse. Algunas se lamentan de mi elección, y las demás son extremadamente pasivas.
Lo he intentado hacer bien, de verdad. Pero el fracaso volvió a llamar a mi puerta y se coló en mi humilde hogar.
Y ahora aquí me tenéis, muerta del asco, queriendo empezar de cero, esperando, tal vez. Recordando ciertas cosas de aquellos días que pasé junto a ti, analizando lo que pude hacer mal para no volverlo a repetir si hubiese otra ocasión, pero tal vez no la haya. 
No mentía al decir que eras tú, y sigo sin mentir cuando le grito al mundo que sé que eres tú. Porque eres tú, y yo lo sé, y tú lo sabes, y todos lo saben. 
No es nuestro momento, simplemente eso. Pero, tranquila, aguardaré al día en el que sea nuestro momento. No seré negativa, te lo prometo, por ti, por mí. Y no retiraré jamás aquello de que quiero estar contigo. 
Yo sí que es posible que esté ahí más tiempo del que tú estuviste.

Y, ahora, tan sólo vuelvo a pedirte que me perdones por ser tan estúpida. Nunca quise serlo, nunca quise comportarme así contigo, nunca quise que las cosas sucediesen así, pero así han sucedido.
Principesa, que te quiero. Y eso no va a cambiar en mucho tiempo, créeme.

Sinsentido.

Y quererte cada día un poco más, 
intentando callarme tantas palabras que se podrían resumir a un simple "lo eres todo".
Aguantándome tantas estupideces que intentan decirme lo que no quiero oír.
Repitiendo una y otra vez que no es así, 
que yo no me enamoro tan rápido.


Pasar los días contando los minutos que quedan para volverte a ver;
en el recreo, en las clases de valenciano, de matemáticas, de biología...
Buscar únicamente tu inicial, con la esperanza de ver tu nombre en el chat
y poder hablarte. 
Aunque nunca sepa qué decirte.


Guardar el recuerdo de aquellos besos, que no fueron pocos.
Sentir que me derrumbaré el día que no estés, 
pensar que todo irá bien, que llegaremos a estar juntos.
Mas, sinceramente, no sé qué pasará.
Y tengo miedo. Miedo de que no pase lo que yo deseo.


Y, es que, aún así, 
lo daría todo por ti.

sj,c

Y ahí yacía yo, observando aquella rosa que un día alguien colocó en aquel jarrón. Si prestaba atención, podía verla como marchitaba, su color cambiaba, su forma, caía lentamente. Pero yo no estaba para prestar atención, yo pensaba en mis cosas, como cualquier adolescente haría. 
Estaba viendo mis ilusiones caer, las veía intentar sacar fuerzas de cualquier sitio para elevarse, pero tal vez no había solución. Veía cortadas de un único y veloz tajo todas aquellas sonrisas que un día saqué al pensar en ti. Recordaba todos aquellos besos que ahora carecían de sentido, pero que me seguían sacando sonrisas tan tontas. Mi mano colocada en tu cuello, mientras mis labios estaban ocupados besándote. Una sonrisa asomando por la comisura de mis labios, y una carcajada saliendo de tu boca. 
En un momento, no recuerdo cual, me perdí, deseando que volviese a pasar. 


Desde aquel instante, me encuentro perdida en un amor que no lleva a ninguna parte.