Adiós 2011, gracias por este año de mierda.

Bueno... ¿qué decir? Se acaba el año y empiezan los textos para analizar cómo ha sido el año. Y, en fin, yo no me pensaba quedar atrás.
Ha sido un mal año, ¿para qué mentir? Siempre han estado mis amigos ahí, claro que sí, pero las desgracias siempre han sido mayor número. 
Desde el 1 de enero he vivido la primera muerte de alguien de mi familia cercano a mí, he visto día a día peleas en mi propia casa que no me favorecían, he visto como el día a día se hacía más duro, he vivido en primera persona lo que es que tus padres se separen, pero antes viví la desesperación por lo que podía suceder. He echado de menos a mi madre una semana que se tuvo que ir a Francia, y he sufrido por mi abuela, que era el motivo por el que mi madre tuvo que ir. He oído cosas realmente amenazantes y dolorosas, he derramado miles de lágrimas por cosas que tal vez no lo mereciesen. He tenido que tragarme demasiadas cosas sólo por ver a mi padre sonreír, he intentado que no afecte nada a mis estudios, y al parecer eso he conseguido, me he refugiado como he podido en mis amigos. He sufrido desengaños amorosos, me he enamorado por primera vez, y he experimentado con la sexualidad. 
He seguido sufriendo en silencio, y he llorado cada noche de este año. He fabricado un escudo hecho especialmente para protegerme a mí y sólo a mí, he sigo egoísta, he vuelto a llorar mucho. He dejado de comer, y he pretendido llamar la atención tantas veces. He aprendido lo que es echar de menos, y he sufrido tanto en tan poco tiempo. He conocido a gente nueva, y he vuelto a querer. He hecho esfuerzos muy grandes por aceptar a desconocidos en mi propia casa, sólo por ver que mi madre era feliz. He tenido que tragar saliva y salir adelante, porque nadie lo iba a hacer por mí. He sacado fuerzas de dónde no las había, y he aprendido a cocinar por no morirme de hambre. He madurado, un poco más. Y he vuelto a llorar por personas que no lo merecían. Me he pintado una sonrisa como podía, sólo porque odio que me vean llorar, he intentado aparentar que era feliz, y todo esto porque nunca me he considerado una persona débil. 
He intentado mentalizarme de tantas cosas que eran falsas que al final he aceptado la realidad. He vuelto a sufrir durante todos y cada uno de los días. He maldecido al destino por haberme tocado esto a mí, pues nunca he creído que lo merecía. He visto como mucho de mis sueños se hacían pedazos en mi propia cara.
Realmente, lo he pasado muy mal.

Y aún me preguntaréis por qué ha sido un año malo.

2012, sé un poco mejor que este año, que no es tan difícil.

Sonreír

Acostarme todos los días sabiendo que por la mañana ahí estarás tú, amaneciendo junto a mí, con el primer beso de la mañana, y un "buenos días, princesa" entre los dientes. 
Enviarte todos los días algún sms, y esperar impacientemente que me respondas. Pelearnos, y llorar. Besarte de nuevo sin miedo a perderte. Robarte más gorritos. Cantarte, escribirte. Cantarte de nuevo. 
Gritarle al mundo que te quiero, porque qué más dará si soy diferente al resto. A tu lado, todo saldrá bien. Y tener la certeza de que un 'siempre' es un siempre con todas las letras. 
Leer textos tuyos, y esperar a que me vuelvas a decir lo jodidamente bonitos que son mis ojos. Hacerme algún que otro piercing en la boca, y que me digas lo preciosa que estoy, sólo porque de verdad lo piensas.
Hacer lo imposible por verte un sólo minuto al día y poder besarte. Cams, conversaciones, quedadas, sms, todos los medios valen. 
Sonreír a todas horas, ver como tú sonríes también, y besarte sólo porque tú eres la razón de mi sonrisa. Mirarte a los ojos mientras te canto aquella canción que tan sólo quiere decir lo que ninguna de las dos se atreve a gritar por miedo a volverse a equivocar. 
Escribir una historia juntas, dónde y cuándo sea, cómo tú desees. Estar ahí para sanar heridas que algún día alguien abrió, pero que ya no importan porque estaré yo para sacarte sonrisas. Esperar a que cicatricen y sellarlas con besos para que jamás se vuelvan a abrir. 
Besar tu cuerpo desnudo, con amor, porque te aseguro que no me faltan las ganas. 
Enamorarme de ti, ¿por qué no? Y preocuparme por tonterías, ponerme celosa por nada, para oírte decir lo mona que estoy cuando me pongo celosa.
Que me tengas a tu lado para todo, y que todas mis palabras no hayan sido en vano. Cumplir cada uno de los sueños que tenía pensados para nosotras. 
Quererte, y que me quieras. 


Pero, todo esto son sueños. Y, querida chica de aquellos preciosos ojos, soñar es gratis. 

¿Y si te quiero qué?

Un día cualquiera me da por ordenar mi pequeña cabeza, por amontonar todas esas ideas y meterlas en cajones para tener más espacio. 
Y, bueno, no saco nada en claro, pues todas las ideas parecen contradecirse. Algunas se lamentan de mi elección, y las demás son extremadamente pasivas.
Lo he intentado hacer bien, de verdad. Pero el fracaso volvió a llamar a mi puerta y se coló en mi humilde hogar.
Y ahora aquí me tenéis, muerta del asco, queriendo empezar de cero, esperando, tal vez. Recordando ciertas cosas de aquellos días que pasé junto a ti, analizando lo que pude hacer mal para no volverlo a repetir si hubiese otra ocasión, pero tal vez no la haya. 
No mentía al decir que eras tú, y sigo sin mentir cuando le grito al mundo que sé que eres tú. Porque eres tú, y yo lo sé, y tú lo sabes, y todos lo saben. 
No es nuestro momento, simplemente eso. Pero, tranquila, aguardaré al día en el que sea nuestro momento. No seré negativa, te lo prometo, por ti, por mí. Y no retiraré jamás aquello de que quiero estar contigo. 
Yo sí que es posible que esté ahí más tiempo del que tú estuviste.

Y, ahora, tan sólo vuelvo a pedirte que me perdones por ser tan estúpida. Nunca quise serlo, nunca quise comportarme así contigo, nunca quise que las cosas sucediesen así, pero así han sucedido.
Principesa, que te quiero. Y eso no va a cambiar en mucho tiempo, créeme.

Sinsentido.

Y quererte cada día un poco más, 
intentando callarme tantas palabras que se podrían resumir a un simple "lo eres todo".
Aguantándome tantas estupideces que intentan decirme lo que no quiero oír.
Repitiendo una y otra vez que no es así, 
que yo no me enamoro tan rápido.


Pasar los días contando los minutos que quedan para volverte a ver;
en el recreo, en las clases de valenciano, de matemáticas, de biología...
Buscar únicamente tu inicial, con la esperanza de ver tu nombre en el chat
y poder hablarte. 
Aunque nunca sepa qué decirte.


Guardar el recuerdo de aquellos besos, que no fueron pocos.
Sentir que me derrumbaré el día que no estés, 
pensar que todo irá bien, que llegaremos a estar juntos.
Mas, sinceramente, no sé qué pasará.
Y tengo miedo. Miedo de que no pase lo que yo deseo.


Y, es que, aún así, 
lo daría todo por ti.

sj,c

Y ahí yacía yo, observando aquella rosa que un día alguien colocó en aquel jarrón. Si prestaba atención, podía verla como marchitaba, su color cambiaba, su forma, caía lentamente. Pero yo no estaba para prestar atención, yo pensaba en mis cosas, como cualquier adolescente haría. 
Estaba viendo mis ilusiones caer, las veía intentar sacar fuerzas de cualquier sitio para elevarse, pero tal vez no había solución. Veía cortadas de un único y veloz tajo todas aquellas sonrisas que un día saqué al pensar en ti. Recordaba todos aquellos besos que ahora carecían de sentido, pero que me seguían sacando sonrisas tan tontas. Mi mano colocada en tu cuello, mientras mis labios estaban ocupados besándote. Una sonrisa asomando por la comisura de mis labios, y una carcajada saliendo de tu boca. 
En un momento, no recuerdo cual, me perdí, deseando que volviese a pasar. 


Desde aquel instante, me encuentro perdida en un amor que no lleva a ninguna parte.

Joder.

Que odio esta sensación que me hace sentir tan bien.
No sé leerte, no sé qué piensas, qué quieres, por qué haces esto.
No sé qué quiero, no sé nada, ni siquiera lo que siento.

Que alguien me entienda, por favor.
Pido un último grito de socorro desde aquí.
Enviadme ayuda al centro de la nada.

Pero yo, no tengo remedio. 
Seguiré tropezando con la misma piedra.
Una, y otra vez.

Seguiré perdiendo oportunidades por tonterías.
Seguiré queriéndote.
Creyendo que algún día te tuve.

Una espada, una pared.
Un él, un ella.
Una vida, un mundo.

Un crepúsculo y un amanecer.
Una rosa, y un cactus.
Unos labios con formas muy distintas.

Diferentes formas de amar,
pero todas son correctas.

Haces conmigo lo que quieres.

Apareces de la nada, y me desestabilizas.
Un día eres un mundo, y al siguiente otro distinto al primero. 
Me intentas moldear a tu gusto, y, de hecho, creo que lo consigues.
Sin razón alguna haces que te quiera, pero a veces te mataría.
Me estrujas, me aprietas, me rompes.
Pienso que podría ser, pero a veces me haces creer que no es así.
Te robo besos, y luego me los robas tú a mí.
Te sonrío, y tú me devuelves esa sonrisa y mil más.


¿Qué cojones te pasa, Ana? 
Estúpida piedra.
Y, es que, debo de ser la humana más estúpida de todo el planeta, siempre tropezando con la misma piedra.

BAH.

Que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Y tres veces.
E incluso cuatro...

Deseos.

Y, ahora mismo, desearía pedirte miles de favores que jamás cumplirías. Ahora mismo desearía decirte cómo me siento sin que sonase estúpido. Ahora mismo, me gustaría ser yo, ser posesiva y decirte que te quiero sólo para mí, porque esa es la verdad. Ahora mismo, desearía decirte que yo sí que me estoy enamorando de ti. Desearía que sintieses lo mismo, y que no fueses tan liberal. Desearía que por un momento supieses por qué brotaban aquellas lágrimas de mis ojos, desearía que te sintieses tan mierda como yo en aquel momento. 
Y desearía dejar de ser tan estúpida, y dejar de quererte. Desearía dejar de sufrir, desearía dejar de llorar estas estúpidas lágrimas que sólo me amargan la existencia.
Y, qué más deseos tengo, veamos...
DESEARÍA QUE VOLVIESES A SER MÍA, joder.

Anoche.

Ahora sólo te necesito a ti. Que no sé cómo lo has hecho, pero has entrado en mi vida. Y no sé si predecir un final feliz como en el mundo de princesas que parece que es.
Y ayer yo te besaba cada parte de tu espalda, sin importarme lo de más. Y ahora sólo desearía tenerte aquí, diciéndome que nunca jamás te volverás a ir. Diciéndome que sientes lo mismo, y que también me necesitas en esta vida tan puta. Mirándome con esos ojos de los cuales me enamoré, y tocándome con las mismas manos con las que me acariciaste anoche. Hablándome con esa boca que tanto deseo besar, y moviendo ese piercing que hace que me entren escalofríos. 
Pero, ¿qué quieres que te diga? Tal vez la vida sea así de puta. Y tal vez se queden sólo en ilusiones (cosa que espero que no, sinceramente). 

Y tal vez vosotros no sepáis qué es que ella te bese, entre las sábanas de una cama que no importaba, porque sólo importaba ella, sus besos y sus caricias. Porque tal vez no sepáis que no encontraba las palabras exactas para decirle al mundo que se marchase, que todo lo que yo quería estaba en esa cama, a mi lado. Que seguramente no sepáis lo frágil que suelo sentirme, y sobretodo a su lado. Sensible, débil, rompible. Pero eso, y muchas más cosas, seguían sin importarme si ella seguía en esa cama conmigo, besándome en cada momento y haciendo que el mundo para mí, dejase de cobrar sentido. Provocando que el centro de mi mundo se redujese a debajo de aquel edredón. Diciéndome que se estaba enamorando de mí, mientras yo le decía con besos que yo estaba cayendo en la trampa que era el amor.

Celos.

Sí, sí, recuerdo cómo dolía. E incluso creo que esa espina sigue en alguna parte de mí. 
Aquellos celos que me invadieron por completo, y yo no podía hacer nada. Ya no era asunto de nadie. Ni mi dolor, ni en los labios de quién depositase ella sus besos. Pero seguía doliendo.
La confianza que deposité en su ser, desapareció, se esfumó y salió volando hacia el infinito. 
En ese momento, deseé irme sola por aquel bosque tan sumamente peligroso. Si me pasa algo, ¡bah!, no le importaría a nadie. 
Mi mundo se desvaneció, y pasó de aquellos tonos fríos, pero vivos, a un gris muerto, tan muerto que dolía en el corazón. 
Pero yo no podía seguir viendo eso, y aparté la cabeza. No necesitaba eso, no. Más lágrimas vacías y preguntas sin respuesta alguna, no. No quería más noches sola, ni más despertares sin ella, no.
Y ahí estaba yo, flotando a la deriva en algún mar desconocido. Perdida entre el viento y las hojas cayendo al suelo. Entre nubes oscuras que me decían que no volvería a ser feliz. Enamorada de una ilusión, y viendo cómo ella la rompía sólo para mí.
Viendo como todas las cuerdas que me ataban a mi existencia ya no estaban ahí, agarrándome y colocándome en el punto de Dios sabe dónde.
Yo... me sentí vacía, y traicionada.

No es un adiós, es un hasta pronto.

Mírame, no hace ni un mes que te conozco, ni diez encuentros que hemos tenido y, vuélveme a mirar, me enganchaste.
Eres tú, sigo sabiéndolo, y sigo sin creer que me equivoco. Eres tú. Sólo que, no es el momento. Y ojalá hubiese aparecido en el momento adecuado, pero sé que viviremos nuestro momento adecuado.
¿Qué quieres que diga? No puedo la esperanza, ni la ilusión, de volver a estar a tu lado. Ni de volver a rozar tus labios.


Que las princesas necesitan principesas para vivir. Y, las principesas necesitan a una princesa en su vida.

Ahora quién.

Vacía, como todo lo que veo. Apagada, como el sol cuando quiere irse. Rota, como los jarrones que al suelo caen. Grietas, sólo veo grietas. 
Joder, ¿y quién va a sacarme de aquí ahora? 
¿Quién me sacará sonrisas para decirme que le encanta verme sonreír? 
¿Al lado de quién despertaré yo cada día?
¿Quién vendrá a decirme "Buenas noches, princesa"?
¿Quién me hará el café, y esas tostadas que me prometiste?
¿Al lado de quién veré yo un amanecer?
¿Quién, eh, quién?


Yo que, lo estaba intentando. 
Una vez más, fallé...
¿Cuándo dejaré de fallar?
Hoy no vengo a escribir a cerca de princesas. Hoy no.

Ya me lo decía mi madre...

"Que no se sabe lo que se tiene, hasta que se pierde."

Now.

¿Y ahora qué hago yo? ¿Ahora qué pasará?
Ahora, no quiero volver a ser nada sin ti. Ahora, no quiero ser sin ti. Ahora, no quiero respirar si no estás a mi lado. 
Y justo cuando me daba más miedo derramar lágrimas, ahí están. Caen, y caen. Intentan llenar este pozo sin fondo que soy, pero están vacías, no lo consiguen.
Ahora, cuando hay los suficientes recuerdos como para quererte. Ahora, cuando hay los suficientes sentimientos como para llorar. Ahora, cuando hay las suficientes lágrimas como para estar triste. 
Pero, ahora, es tarde. Y yo, ya debería saberlo.
Dime que no es verdad, no me voy a enamorar.
Aunque, teniendo en cuenta toda la mierda que me rodea, y la suerte que tengo, quién sabe.
No quiero exagerarlo, no quiero decir que no merezco esto, no quiero llorar...
No quiero esto. Al igual que tú.
Pero, qué quieres que te diga, la vida es así de puta.

Y ya empiezo a contar las horas sin ti.
¿Acaso seré estúpida?
Las cosas parecen haber llegado a su fin.
Nadie nunca olvida.

JÁ.

Y, empiezo a descubrir muchas cosas. 
Que la vida son dos días, que la felicidad no es eterna, y que las palabras se las lleva el viento. Que un te quiero no siempre es sincero, que no todo es blanco o negro, y que tus besos me saben mejor que los de nadie. Que los malos son muy malos, y los buenos no son tan buenos. Que entre tú y yo, no hay tanta diferencia, que un cielo estrellado no se compara a tu sonrisa, y que podría bañarme en tus ojos. Que se está más guapo con la cara lavada que maquillada, que un baño purifica el alma, y que un café caliente y unos besos son el mejor desayuno. Que nadie nace aprendiendo a vivir, que la vida está para disfrutarla al máximo, y que pocos lo hacen. Que un bolígrafo siempre acaba gastándose, que las gomas nunca se acaban, y los lápices tampoco. Que los besos saben mejor que todos los dulces del mundo, que el azúcar a veces escasea, y la sal suele sobrar. Que las botellas no están medio vacías, pero tampoco están medio llenas. Que todo, absolutamente todo, se puede resumir en tres palabras: 
VIDA, JODIDA VIDA.

Ana, vuelve.

Debería olvidarme de todo, debería volver a ser yo. Debería sonreír sin que nadie me lo impidiese, porque, según dicen, tengo una sonrisa bonita. Debería proteger a mi corazón de sufrir cualquier otro daño, debería protegerme a mí misma, y no retirar mi armadura por el primer te quiero que oigo entre los cristales rotos. Debería crear murallas, ser la depredadora, y no la víctima. Debería tener fuerzas para seguir, sacarlas de donde pueda, o incluso inventarlas. Debería burlarme del dolor, y de todo lo que conlleva éste. Debería sentirme bien conmigo misma, y no acomplejarme por nada del mundo.
DEBERÍA, JODER. Porque esa es la Ana que yo conozco.
Pero, miradme, tan cambiada que ni yo misma me reconozco. 
¿Y la Ana que era tan fuerte y madura? ¿Dónde queda aquella chica que quería comerse el mundo? ¿Ana, dónde estás? ¿Qué haces que no estás a mi lado apoyándome cuando más lo necesito? ¿Dónde está esa Ana que conozco yo, y sólo yo, la que sonreía aunque doliese, y la que sólo lloraba de alegría? 
Sé que estás más cerca de lo que pienso, sólo tengo que reencontrarte. Y, esta vez, no pienso rendirme. Porque ya he tirado suficientes toallas a la basura. 
Ana, ¿no cambiarás nunca? 
¿Siempre piensas ser así de estúpida?
Una persona importante aparece en tu vida, y tú cagándola a lo grande.

Pd. Lo siento.

Oh, Julieta.

Oh, Julieta, estúpida Julieta.
Nadie te entenderá nunca, ni siquiera yo. 
Quieres que las cosas pasen solas, y, si no pasan, te enfadas.
Quieres vivir en tu mundo, pero, date cuenta, de que tu mundo no existe. Tan sólo intentas evadirte del estúpido mundo de una forma u otra.
Insegura de ti misma, algo caprichosa. Sin embargo, nunca has presumido de tus cosas buenas. Eres estúpida, y no entiendes por qué la gente te quiere.
¿Bipolaridad? A ti te sobra, pero, claro, eso no lo quieres cambiar.
Oh, Julieta... ¿y Romea qué?
Con ella es con quien peor te has portado, y lo sabes. Pero, es que, cuando las cosas parecen ir bien, remontando, llegas tú, y, sin querer, la cagas a lo grande. 


Oh, Julieta, estúpida Julieta... 
Jamás te entenderé.

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» 

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

VIDA, JODIDA VIDA.

Envuelta en un mar de dudas, de agua salada. 
Qué puñetera es la vida, ¿eh? 
Siento que juega conmigo como quiere, y yo soy incapaz de hacer nada.
¿Y por qué a mí? No he hecho nada malo.
Tan sólo es que, él no me merece. Pero, aún así...
Tan sólo es que, ella sí me merece. Y, aún así...

Definitivamente, no estoy hecha para esto.

Y vas ganando, nena. Por una mayoría.

Atento.

Te miraré una vez más con estos ojos, sólo una. Para recordar todo pudo ser y no fue. Todo lo que fue, pero podía haber sido más. Todo lo que vivimos, y todo lo que nos quedó por vivir. Todos esos besos, y todos los que faltaron. Todas las sonrisas que dibujaste en mi rostro, y todas las lágrimas que lloré por ti. Todos los te quiero que me dijiste, y todos los que te guardaste por miedo a ser reiterativo. 
Te voy a mirar una vez más para recordar todo esto. Todo lo bueno, y todo lo malo. Te miraré una vez más para recordar el día en el que mi cabeza se fue detrás de esos ojos azules. 
Te miraré una vez más, pero nadie ha dicho que será la última que te mire así.
Devuélveme, que ya no te sirvo.

Ese alguien, eres tú.

De repente aparece alguien.
Y, de la nada, sabes que es quién te salvará.

PD. Sácame de aquí.

Apetecer.

Hoy me apetece poder decir tantas cosas. Hoy me apetece gritarle al mundo que ya no te quiero, que ya no te echo de menos, que ya no llevo tu estúpida pulsera de Monster. Hoy me gustaría que alguien me escuchase, y poder decir que ya no tengo ganas de besar tus labios cuando te veo. 
Hoy quiero decir que ya no estoy confundida, porque ya no tengo ganas de tenerte. Hoy me gustaría decir que no relaciono todo contigo, y que te he olvidado, esta vez definitivamente.
Hoy, hoy, hoy, hoy no puedo decir todo eso, porque estaría mintiendo...

Y, es que, bah!, paso.

Hoy es el día, te volví a recordar.
¿Y ahora qué? 
Llevo días intentando olvidar que sigues en mí.
¿Qué me pasará?
Los días pasan lentos, y tú no estás.
¿Por qué a mí?
Creí que esto había llegado a su fin...


Y, al fin y al cabo, paso.
Si la página se resiste, algún día se pasará sola.

Tú y yo.

"Que somos lo suficientemente iguales para soportarnos, y lo suficientemente distintas para complementarnos."

Y hasta luego.

El otro día, sin venir a cuento, salí un rato a tomar el aire, necesitaba calor, necesitaba la luz solar. Me puse la música, y salí. Pero, es que, no sé qué pasó. Alguien en algún lugar accionó algo, quién sabe qué fue. Pero en aquel momento empecé a sentirme observada, querida, protegida. Nada malo, en absoluto. Y hasta el día de hoy sigo sintiéndome así.
Alguien me susurra tu nombre, y yo vuelvo a recordarte. Alguien me trae tu olor desde Dios sabe dónde. 
¿Qué pasa, eh? No vuelvas, no. 
Hace mucho, o poco, decidí muchas cosas. Decidí mi futuro, y no quería que tú estuvieses en él, ¿entendiste? 
No quiero más melodías bonitas, ni volver a escuchar tu voz susurrándome que me quieres. No. 
Me propuse olvidarte, y eso estoy haciendo. Así que, ahora, vete. Está será la última vuelta que te doy, y, con lágrimas en los ojos te dejaré marchar. Porque, así debió ser desde el principio. 

PD. Sé que volverás, lo sé.

Casi treinta.

Hoy quería decirte algo. Algo importante, lo recuerdo. Pero es que, me perdí. Me perdí en tus ojos. Me perdí entre tus besos, entre todas aquellas caricias. No sé qué ha pasado, ahora sólo sé que no necesito a nadie que no seas tú. 
Y, ¿sabes qué?, que se jodan los demás. 
Yo te quiero, y da por hecho que seremos felices.

Y, apareció ella.

Yo sólo te quería a ti, sólo necesitaba tus besos, sólo una mirada, alguna que otra caricia, andar por la calle cogidos de la mano. Volver a sentir que me querías, rozar tus labios, y pasar más tardes en tu casa. Sólo quería eso, sólo te quería a ti, eras tú mi única escapatoria, el único camino por el que andar.
Pero, apareció ella, y, ¿qué quieres que te diga? Ya no sé ni a quién quiero o dejo de querer.

Te lo mereces.

Doce de la noche, llego a casa. No hay nadie, y, ¿qué ocurre? Que me apetece escribir, escribir para ti. Aunque no sé si estarás interesada en leer algo que provenga de mi mente. 
Y, aquí estoy, frente a un ordenador, medio cansada, escuchando nuestra canción, la segunda, y con los ojos rojos, no sé si de llorar o del cansancio. Pero aquí me tenéis, echándote en falta cuando aún no te has ido del todo.
Pero, hoy ya no voy a seguir intentándolo, creo que te mereces que no siga intentándolo. Te mereces ser feliz, y, desde luego, sin mí. Y en el fondo sé que te duele tanto como a mí, pero es lo que toca. Sé que llegarás a ser feliz, más de lo que lo has hecho desde que me conociste. Hoy, como ya te dije antes, me apetece que te quedes con lo bueno, con las canciones, las risas, los besos, alguna que otra caricia, alguna que otra película, y aquella tableta de chocolate. Por favor, quédate con ello. No con lo mal que me he portado contigo. 
Hoy, no voy a ser egoísta, ya lo he sido bastante contigo. Hoy te voy a dejar ir, porque sé que te lo mereces. Sé que te mereces una vida sin mí, porque sólo sé cagarla. Sé que te mereces a alguien que te corresponda, alguien que te quiera, y que te dé los besos que yo no te di. Que te diga tantos te quiero como los que no salieron de mi boca.
Por último, lo siento mucho. Eras -eres, y seguirás siendo- alguien importante para mí. Y ya no sé cómo hacértelo creer, aunque parece ser que cuando mejor estamos, tiendo a cagarla. Pero, a pesar de todo ello, siempre estaré para ti. Siempre serás mucho. Siempre recordaré a Romea y Julieta, en sus mejores momentos. Siempre me meteré en tu blog para ver si escribiste sobre mí. Siempre seguiré sintiéndome culpable.
Pero, todo eso, es problema mío. Y yo, ya no quiero molestarte más.
Te deseo mucha suerte, Romea. Pues, una vez más, te lo mereces.

Hoy quería escribir, escribir una bonita despedida, de estas que te hacen llorar...
Pero, no sé por qué, ahora mismo no puedo.
¿Qué hiciste? ¿Te llevaste mi inspiración? 

Ojos bonitos.

Mi vela, la que había encendido hace unas horas, y la misma que había dejado en mi mesita de noche aquella madrugada, acabó por consumirse, como era obvio. Y, cuando la oscuridad invadió mi habitación, me puse a pensarte. Pero es que ese día cambié la R de romance por otra consonante en mayúscula. Decidí cambiar tu pelo a veces corto, y a veces largo, y rubio por otra cabellera más femenina. Cambié el día diecisiete de mayo, por un sábado veintidós de noviembre. Cambié tantas cosas aquella noche... 
Y aún no me arrepiento. 
La luz, espera, no había luz. Pero yo levanté la persiana intentando hacer el menos ruido posible para comprobar que la noche seguía cayendo sobre nosotros sin piedad. Y, la luna a la que tanto amaba, volvía a esconderse una vez más de mí. Las estrellas brillaban mucho, y a esas horas, cualquiera es capaz de perder la cabeza por amor. Sobretodo yo. Que pensaba en ella, y en todos sus mensajes que hicieron que me encantase un poco más. En todas las sonrisas que había conseguido sacarme en tan sólo cuatro o cinco días. En todos los futuros besos, y en los primeros momentos. 
¡Argh!, estaba perdiendo la cabeza por sus caderas.

¿Sabes qué?

Hoy lo he comprendido.
Que la vida es demasiado corta, para pasártela pensando en alguien que no vale la pena.

PD. Ya volverás, ya.

Puedes, deseo. Ojalá.

Hoy por hoy, no sé qué me pasa. No sé qué me has hecho. Pero no me desagrada para nada. Te dejo seguir haciéndolo. En dos días has dibujado muchísimas sonrisas en mi cara con simples mensajes de texto.
Y llámame ilusa, o estúpida, o adorable, o incluso inmadura. Me da igual. Yo sólo sé que en esto del amor aún soy principiante, y me queda mucho por aprender. Sobretodo en este tipo de amor. Pero, una vez más, me da exactamente igual. 
Puedes decirme que no es posible, o insinuarme una vez más que hay tantas posibilidades como peces en el mar. Puedes sonreírme, o apartarme la cara. Puedes mandarme sms bonitos, o puedes no hacerlo. Puedes llenar mi corazón con palabrería, o puedes llenarlo con sentimientos reales. Puedes dejarme dormir contigo, y puedes abrazarme. Puedes quererme, y hacer que yo te quiera. O puedes no hacerlo.
Por poder, puedes hacer muchas cosas. 
Pero, por desear, yo deseo otras muchas.
Como que cumplamos todos esos mensajes, como que nos comamos a besos día sí, y día también, o como que me hagas creer que de verdad el amor existe. Deseo que me demuestres muchas cosas, porque sé que tú podrías. Llámame tonta, pero es que simplemente lo sé. También deseo pasar las mañanas junto a ti, en nuestra cama, abrazadas, pero siempre y cuando me hubieses traído aquel café y aquellas tostadas a la cama.  Desearía que no se quedase en ilusiones, de verdad. Desearía que no se quedase en otro sueño más. Desearía morirme por verte, y al verte morirme. Desearía sentir que no son más que fantasías. Desearía que estés a mi lado. 
Pero, hoy, yo no estoy para hablar de lo que yo deseo, o para hablar de lo que tú puedes hacer o dejar de hacer.
Hoy estoy aquí para decirte que no me cuesta saber que eres especial, porque sé que lo eres. También sé que podríamos ser mucho, sólo si supiésemos. Y sé que nosotras podríamos aprender a serlo. Sé que tus besos me han sabido mejor que los de nadie en mucho tiempo, y que eso tiene que significar algo. Ahora, tan sólo sé, que quiero volver a rozar tus labios. Una y otra vez.


Aunque, repito que tal vez sólo sean sueños.

Alguien que me demuestre que debo luchar por él.

¿Sabéis? Ahora mismo sólo deseo una persona que valga la pena, alguien que de verdad me demuestre de todas las formas posibles lo que significa la palabra amor. Alguien que me traiga desayunos a la cama, y que me bese dulce y suavemente. Una persona que sea tan imperfecta como yo, y que por ello me complemente. Alguien que cante conmigo como si estuviésemos borrachos, que me diga te quiero en el momento exacto con el tono justo de voz. Una persona por la cual escuche canciones, y piense momentos a su lado. Alguien que me haga creer que el amor sí que existe. Una misma persona a la que besar todos los días de mi vida, y alguien a quién querer a pesar de todo. Alguien que esté a mi lado en lo bueno, y en lo malo.
Aunque, la verdad, es que pido demasiado.

El amor, tan contradictorio como siempre.

Hoy me he dado cuenta de que ya no te quiero.
Y, no sé por qué, pero me duele más de lo que creía.
Será porque te sigo queriendo...

Hey, gracias.

Por volver, por ser la única Romea en mi vida, por ser tan asdf*-*, por todo.
E incluso por quererme tanto.
-"Algún día..."-me contaba que pensó cuando vio mi foto. 

El Cid.

Más tarde o más temprano, todo en la vida llega a su fin. La belleza se esfuma con los años, la flor acaba barrida por el viento, y el sueño más hermoso se deshace en la frontera del amanecer. Ni siquiera los reyes, por más que quieran, consiguen conservar su poder para siempre.

Vuelve, te necesito.

¿Sabes?, hoy no pienso rendirme. 
No pienso dejar que sigas pensando esas cosas de mí, porque yo sé mejor que nadie que no son verdad. Y te las haré creer a ti.
No pienso rendirme, o al menos no a estas alturas del camino, ya que ahora no puedo dejarte ir, no puedo dejar que te vayas de mi vida.
Tampoco pienso dejar que alguien tan importante se escape de mis manos sólo por el hecho de que soy una puta, no. 
Y, sobretodo, pienso dejar se sujetar el lápiz con el cual estoy estoy escribiendo nuestra historia.


Porque, ¿sabes algo? "Un siempre no se olvida nunca." 
Y te dije que Romea y Julieta SIEMPRE estarán ahí.


Pd. Te necesito.
Pd.2 Siento que te hayas enamorado de la persona equivocada.
¿Y qué ha pasado ahora? ¿Me puede decir alguien qué he hecho mal? Porque yo no lo sé, o al menos no acierto a saberlo. 
Esta noche hubiese dormido mejor si no me hubiese dado cuenta de que me habías borrado. Mañana por la mañana, hubiese cogido el ordenador felizmente para hablar contigo a las siete de la mañana sin saber que me habías borrado.
No sé qué ha pasado esta vez, pero es que yo ya te echo de menos. 
Que tú nunca te lo has creído, pero es que te quiero, porque siempre estuviste ahí. Y me jode que parezca que no quieras que yo siempre esté ahí.


Att. Una Julieta que llora.
Corrían hacia las cinco de la mañana. Era una de las primeras noches frías del otoño. Yo lloraba sola, y procurando hacer el mínimo ruido posible. Había silencio, exceptuando algunos pequeños ronquidos que parecían decirme que me fuese ya a dormir. Si prestaba atención, podía oír las lágrimas chocando contra el papel, era un sonido seco, pero no desagradable. 
El amor me había jugado una mala pasada por primera vez. El destino se burlaba de mí. Zeus jugaba conmigo como si fuese su marioneta. La luna aquella noche se había escondido entre las estrellas, parecía que quería resguardarse del frío. Por más que la buscaba y la buscaba, ella también se burlaba de mí jugando al escondite.
A mis catorce años el amor me pedía que tirase la toalla, alguien me susurraba que lo hiciese. Pero yo aún no estaba dispuesta a ello.
Aquella noche, yo no era yo. Aquella noche decidí escribir estas palabras por si alguien, en cualquier lugar, podía oírme. Aunque yo sabía para quién escribía estas palabras.
El mundo, tal y como lo conocía, dejó de tener sentido. Pensé que una vida sin él no merecía ser vivida.
Lloré y lloré intentando llenar con lágrimas un pozo sin fondo. Fingí sonrisas que saltaban a la vista que eran falsas. Vi mil caídas suyas sin inmutarme casi. Sufrí en silencio delante suya, sólo para que no se sintiese mal. Y, sobretodo, seguí amándole durante bastante tiempo. Más del que yo tenía previsto.


"Hubiese podido escribir los versos más tristes aquella noche.
De hecho, hubiese querido poder hacerlo."

Esto, es una mierda.

Que simplemente creí que las cosas saldrían bien. Pero no sirve de nada. 
Y es que yo soy una persona muy negativa, y ahora mismo, no tengo ganas de nada.
Ni poesías, ni textos, ni mierdas. NADA. Ni siquiera de piercings, y pelos largos. 
Ni de chicos, ni de chicas, ni de ninguna mierda relacionada al amor.
Porque yo no soy débil, pero a tu lado soy sólo una mota de polvo que sólo piensa en llorar, y que le mira boqueabierta porque no puede dejar de quererte. Que me creí más fuerte que todo esto, pero veo que no es así. 
Por lo que, hasta luego, amor. Volveré en un tiempo.

^-^

Hoy me propuse algo.
No sé, tal vez no sea algo difícil, pero pienso cumplirlo.
En primer lugar, pelo largo. No me lo pienso tocar hasta mi cumpleaños, dentro de medio año. 
Segunda cosa, adelgazar. Lo siento mucho, sí, sí, sé que estoy bien, pero podría estar mejor, y pienso estarlo. Pero siempre de una manera sana, eh, nada de dejar de comer.
Tercer reto, y tal vez el más difícil: comprarme ropa más ajustada, pero esto, después de perder peso, haha. 
Y, por último, cuarto reto, ser yo misma.

Que me olvides, y definitivamente.

Olvídame, ¿vale?
Por unos segundos creí que habías cambiado, pero veo que no, que eres como todos los tíos, se van detrás de la primera tía buena que pasa. 
Así que, déjame, hoy me has decepcionado, me has fallado, y no sabes cuánto. 
Ahora ya no hay vuelta atrás, ya no habrá posibilidades.


Eres como todos. Aún así, he llegado a sentir algo tan fuerte por ti...

Sé, del verbo saber.

Sé que el mar seguirá chocando contra las rocas, hasta creo que puedo oírlo.
Sé que el sol seguirá poniéndose cada atardecer, para dejar así una estampa muy bonita durante unos segundos.
Sé que la luna jamás me mostrará su cara oculta, porque yo no soy especial. 
Ahora sé que Papá Noel no me vigila, y los monstruos de debajo de la cama se esfumaron. Jamás veré a Nessy, porque ahora sé que no existe.
Sé que no va a volver mucha gente, por mucho que me esfuerce en pensarlo, en desearlo, en quererlo.
Sé que las cosas acaban pasando como deben pasar, por muchas ilusiones que yo me haga.
Sé que los errores se pasan hasta cierto punto, y yo, tal vez lo haya sobrepasado.
Ahora ya sé que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Y espero que tú también lo sepas.

Ahora por fin sé que, aunque parezca un poco obvio, te quiero.
Y, ¿sabéis qué es lo mejor que puedo hacer? Pasar de la gente.
Porque ya me lo decía mi madre: "A palabras necias, oídos sordos."

Música.

Hoy intenté de nuevo evadirme de esté asqueroso mundo, y, de ti, cómo no.
Me coloqué los auriculares en las orejas, y puse el iPod en marcha. 
Y las canciones pasaban. Una tras otra. Sin piedad alguna.
No sé cómo, entre melodía y melodía volvió a mi cabeza tu recuerdo.
Aunque, ahora sé, que tu estúpido recuerdo siempre vivirá en mi cabeza.
Joder, que ya me he cansado de esperar un milagro, una solución. Que ahora los problemas los planteo yo, las sonrisas las regalo, y las lágrimas las guardo.

Que siempre te querré.

Que cuando te veo pasar, no sé mirar a otra parte que no seas tú.
Que cuando patinas, no sé mirar otra tabla que no sea la tuya.
Que cuando me conecto, no sé mirar otra letra que tu inicial.
Que cuando te hablo, no sé hacer otra cosa que sonreír porque simplemente me contestaste.
Y, que, cuando te miro, sólo sé perderme entre tus preciosos ojos azules que me piden que te ame.
Leo entre líneas buscando te quieros,
me pierdo en tus labios buscando más besos.

Sueños.

¿Sabes algo? Hoy soñé contigo. Sí, soñé contigo. 
Soñé que estábamos en la playa, un lugar romántico, viendo, cómo no, un amanecer. Habíamos pasado la noche juntos, comiéndonos a besos, y sin poder dormir. Habíamos caminado hasta la playa cogidos de la mano, y nos habíamos sentado en la orilla, pero sin mojarnos los pies, ya sabes que eso a mí me da mucho asco. Decíamos palabras de amor, palabras bonitas, palabras horriblemente cursis, pero que me gustaba oír de tu boca. Sonreíamos como tontos enamorados, y andábamos pegados, y mirándonos de vez en cuando, disimuladamente, como comprobando que eso no fuese un sueño, que estábamos ahí, y ya nadie iba a separarnos jamás. 
Soñé que veíamos el amanecer, y que me decías que no habrías soñado un amanecer mejor. Te besaba, me besabas. Una y otra vez. Te decía te quiero, y tú pintabas corazones en la arena. 
No me guardabas rencor, ese era ya tema almacenado, guardado bajo llave, y olvidado. Pero yo seguía pidiéndote perdón, cada una de mis disculpas iba acompañada de un beso, y supongo que por eso no me dijiste que parase de disculparme. 
Soñé que te preguntaba "¿Para siempre?" y me respondías "Para siempre. Tú y yo, juntos, como siempre debió ser." Sonreí, te besé, y desperté de mi sueño. 

Perdiendo el tiempo.

Y aquí me tenéis, siendo una perfecta estúpida. Viendo pasar cada segundo que no estoy contigo. Distrayéndome en cada parada del camino, de mi camino. Esperando a la luz ámbar para pasar en el semáforo. Deteniéndome en cada paso de cebra. Intentando acercarme a ti, aunque sea nulo. Hablándote detrás de una estúpida pantalla de ordenador. Esperando la despedida para decirte que te quiero, aunque nunca me atreva. Preguntándote tonterías, intentando saber algo de ti, de tu día. Cantando canciones que me recuerdan a ti porque hablan de amores imposibles. Tendiendo mi mano, aunque sepa que no la vas a coger, al menos por el momento no.
Y aquí me veis, como una perfecta tonta. Perdiendo cada segundo que no estoy a tu lado.

Ya no sé.

Ya no sé ni por qué me doy por aludida con tus estúpidos textos a cerca de personas misteriosas. Ya no sé ni siquiera por qué he de darme por aludida, ni por qué busco constantemente que me vuelvas a decir que estás enamorada de mí. No entiendo por qué sigo haciendo estas tonterías que debieron cesar hace tiempo. Ni por qué tú sigues con alguien si en realidad tú y yo sabemos que no lo quieres. No sé por qué sigo esperando algo, algo importante. No sé por qué espero a que me vuelvas a decir que me amas, para que ambas la volvamos a joder... y nuestras personalidades choquen una vez más.
No quiero eso, y sé que tú tampoco, porque estamos perfectas así. Pero, supongo que, me habré acostumbrado a aquellas estupideces que te hacían tan extremadamente monísima.

Envidiosa.

Sí, bueno, no voy a mentir. Tal vez me gustaría ser un poco más guapa, y tener el peso que para mí es ideal. Es posible que quiera una sonrisa más bonita, unos dientes más alineados, y una nariz más perfecta. 
Soy humana, y soy envidiosa. Envidio a las modelos, a las personas que tienen el pelo liso, y a las que tienen un tipo diez. Así como también envidio a quienes tienen los ojos verdes que contrastan con su piel morena, a las castañas claras naturales, y a quién tiene una sonrisa perfecta junto a unos dientes geniales. Envidio a quién tiene la nariz perfecta, a los que tienen una voz dulce pero potente, y a las chicas que usan una 90. Y también a todas aquellas que tienen pies perfectos, barrigas odiosamente planas, y piernas estupendas. 
Repito que, soy humana, y soy envidiosa. Como tú. 
¿O acaso miento? 

Te quiero.

¿Recuerdas el primer beso, la primera caricia, el primer "te quiero" y todos esos primeros momentos? No los olvides, por favor.

Lo siento.

Pero es que no soy ni preciosa,
ni una princesa.
Y ella se pasa la vida tropezando con la misma piedra.
Cómo todo ser humano.

¿Y qué cojones puedo decir?

Que no me da la gana pasar media vida
buscando una droga que tal vez no exista.

Línea recta, moviendo caderas.

Estaba andando en línea recta por el borde de la acera. Constante, y manteniendo el equilibrio ante todo. Iba sola por la calle, pero ya no me importaba tanto como antes, me había acostumbrado a estar sola, e incluso le había buscado cosas buenas. Seguía constante, y aún no me había tambaleado ni lo más mínimo. Y os estaréis preguntando por qué iba yo en línea recta, y empeñándome tanto en no caerme. Pues porque me dijeron que las mujeres solían andar en línea recta, moviendo así sus curvas. Y yo, como una tonta, lo probé. Pues esas últimas semanas estaba intentando ser más femenina por el simple hecho de que alguien dijo que le gustaban más las chicas femeninas. Yo intentaba serlo, lo prometo. Pero tanto él, como yo, y como el resto de gente que me conocía sabía que sería un poco imposible, pues nadie puede ser lo que no es. Y hay que aceptarlo, yo no soy muy femenina, ¿y qué? Supongo que me acabará dando igual, supongo que acabaré haciendo lo que quiera de todos modos. Pues yo soy así. Paso de los comentarios de la gente. ¿No te gusta mi bisexualidad, ni mis camisetas anchas? Pues corre, ve a decírselo a alguien que le interese, porque a mí desde luego me la trae realmente floja. 
Y, ¿sabéis qué es lo mejor de todo? Que voy a seguir siendo así. 

¿Qué le ves?

¿Que qué le veo? Puf, me enamora. Me hace sentir cosas que nadie antes me hizo sentir. Me complementa, supongo. Me mira con esos ojos, y tiene una mala hostia que me encanta. Me pone muy nerviosa, y es muy maleducado. Tiene un no sé qué, que me encanta tanto como él. Pasaría noches enteras abrazada a él, y me encantaría despertarme entre sus brazos. 
Supongo que eso es el amor, esa estúpida cosa que te hace sentir sensaciones estúpidas.


No sé qué le veo, sólo sé que le quiero.

Bah, amor.

Sí, es definitivo. 
Estoy rematadamente enamorada.

"El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra."

Sí, sí, dos veces, o más. O constantemente, quién sabe. 
Os habréis hartado a escuchar esa estúpida frase, pero es que, es tan estúpida porque tiene razón.
Pasamos media vida tropezando con piedras inservibles que sólo estorban en tu camino, ¿o no es así? 
Eso es lo que eres, una estúpida piedra que sólo se interpone en mi camino cuando estoy más distraída, vete de una vez, no sirves, y nunca serviste.

"Y ella se pasa la vida tropezando con la misma piedra. Cómo todo ser humano."

"Y los sueños, sueños son."

Dicen que cuando te duermes pensando en una persona, esa persona sueña contigo. Pero, bueno, eso significaría que mis sueños son por algo, ¿no? Y también significaría que él soñaría conmigo casi todas las noches. 
Aunque, bueno, basándonos en mi negatividad, sigo pensando que eso son todo mentiras, que, tal vez, si tienes algo de suerte, se cumplen como simples casualidades.

R&J

Me enfadé.
Me besó.
Me desenfadé,
y volvió a posar sus labios sobre los míos.

Le sigo queriendo, es duro.

Yo qué sé. Ya creo que no sé nada. Y empiezo a tirar la toalla. Aunque no quiera, pues siempre creí que yo sería más fuerte que todo esto. Sé que es difícil, pero no quiero renunciar, al menos aún no. Si hay posibilidades, y sé que las hay, aunque haya una entre un millón, merecerá la pena intentarlo, o, en este caso, intentarlo de nuevo. 
Aunque siga sin querer, empiezo a ceder un poco en este tema. La presión me vence. La cordura empieza a desvanecerse entre tanta locura. Él me gana en todo, pues sólo soy alguien débil. Los pensamientos que antes iban de un tema a otro, ahora sólo se centran en él, y su skate. El amor empieza a no tener sentido sólo porque él no está conmigo. Las tardes pierden su precioso color cuando él no está. Y sus ojos siguen siendo lo más bonito que he visto en mi vida. Mi arrepentimiento está alcanzando niveles muy insospechados, y mi amor por él también. 
Aunque, bueno, tal vez, y sólo tal vez, las cosas volverán a su color inicial, o incluso a uno más bonito. Tal vez todo vuelva a estar como antes, y cada uno esté en su lugar...
O, bueno, tal vez no. 


"Pase lo que pase, hagas lo que hagas, te voy a seguir queriendo... ¿vale?"

Darlo todo por perdido.

Aquel día me cansé de todo. Me vestí con una camiseta ajustada, unos pantalones cortos, su camisa verde y unas zapatillas. Y salí de casa tan sólo con el móvil, el iPod, las llaves, y aquella pulsera negra y verde, cómo no, últimamente no salía de casa sin ella. No tenía rumbo fijo, pero, casi sin quererlo, comencé a bajar. Pasé por tantos sitios que ni recuerdo, tantos sitios que veía diariamente. Llevaba puesta la música, alta, para evadirme del mundo, como siempre hacía en estos casos. Llegué a la playa, y no sabía ni siquiera por qué camino decidí bajar aquella vez. 
Esa playa que había visto siempre llena desde que tengo memoria, estaba vacía. Tan sólo había arena, mar y brisa. Exceptuando la gente que aquella tarde salía a pasear por el paseo. Yo, a pesar de que odiaba la arena, entré en la playa, y me senté en la arena, descalza, y con su pulsera en la mano. Me senté y, acariciando aquella pulsera, pasé horas escuchando música triste. Pero aquel día no solté demasiadas lágrimas, no... ya ni las lágrimas podían llenar mis vacíos. Aquel día fui ahí para deshacerme del mundo. Pero no podía. No podía deshacerme de él, ni por unos momentos. Pues él, era -y sigue siendo- mi mundo. Podía ausentarme de todo. Podía desconectar durante unos minutos de absolutamente todo. Pero no podía decirle a mi mente que dejara de pensarle, ni por unos segundos. 
Aquella tarde, después de mis múltiples intentos por olvidarme de su nombre tan sólo por unos segundos, volví a pensarle fuerte, más que nunca. Pensé positivo, algo raro en mí. Pero seguiría siendo imposible. Seguiría estando todo perdido. Y la respuesta seguiría siendo un no. 
Aunque, bueno, después de varias horas esforzándome por crear un mundo en el que todo salía bien, después de ver todas esas veces que lo intenté, y volvió a salir mal. Me di por vencida. 
No, no me sequé las lágrimas. Pero me puse las zapatillas, y volví a mi casa por un camino completamente distinto. Seguía con su pulsera en la mano, y su camisa puesta sobre mí. Y, bueno, también seguía llevándole a él en mi mente. 






"¿Será esto amor, o habré sobrepasado la ligera línea que diferencia éste de la obsesión?"

Con las lágrimas en los ojos, y las demás a punto de salir.

Con las ilusiones agotándosele, y las restantes a punto de hacerlo, ella continuaba llorando.
Con la pulsera que tenía escrito su nombre en una mano, y un rodamiento desgastado en la otra, ella veía pasar su vida mientras el más mínimo golpeteo de tabla contra el suelo le recordaba a él. 
Con el pelo recogido, y las piernas cruzadas, ella seguía pensando en él, y en cuándo volvería a verle. 
Con un vestido rosa puesto, y unas sandalias demasiado bonitas para como solía vestir ella, continuaba con la cabeza llena de vacíos, y los espacios ocupados llenos de recuerdos a su lado, y de estúpidas preguntas sin respuesta alguna.

Diferente.

Aquella tarde la pasé sentada en aquel banco, mirándole. Por aquel entonces seguíamos juntos. Y, cuando el parque se vació un poco, él vino a mi lado a sentarse. No le gustaba -ni le gusta-, tener esos royos ahí. 
Empezamos a hablar de alguien que me dijo que no sabía por qué alguien como él podría quererme a mí. Y él me dijo la razón por las que me quería. 
"Bueno -empezó diciendo-, la quiero porque es distinta. No tiene un estilo determinado, simplemente su estilo." 

De mayo.

Recuerdo aquel día, fue bonito. Desconocía esa parte del amor. 
Pasamos aquella tarde del diecisiete juntos, haciendo tonterías, y comiendo creëpes. Pero, cuando llegó el momento, creí que él debería oír mi corazón de lo fuerte que latía, y me sonrojé mucho. Me dijo "Oye, yo de aquí no voy a irme sin un beso, eh..." y, aunque me costó, acabé besándole. Total, llevaba toda la tarde deseándolo. Y así pasamos el resto de la tarde, besándonos. Hasta que llegó la hora de irme. Yo no quería irme, él no quería que me fuese, pero debía hacerlo.
Y, tras el largo camino hasta mi casa, junto a él, llegamos a mi portal. Le di un beso de despedida, y él me dijo "Bueno, gracias por este genial día." Y le volví a dar otro beso. Él corrió a irse con su skate hacía su casa, aún le quedaba mucho camino. Y yo subí feliz a mi casa. 


Y, hoy en día, yo sigo dando gracias a alguien por aquel día diecisiete de mayo. 

2·5+7

Recuerdo cuando lo intenté.
No alejarme nunca demasiado de ti.
Por siempre a tu lado. No importa lo que yo estaba pasando.
Pero ahora no sé las cosas que decirte

que me ayuden a demostrar que todavía estoy a tu lado.



3·3+4·2


Es... tan difícil de explicar... es... tan extraño, como yo. Es un sentimiento contradictorio.
Te dice que le quieres, pero le odias por sentir esto. Tu cuerpo te pide en el mismo instante en el que desaparece de tu vista, volver a verle, pero no quieres, porque sabes que no pararás de mirarle. Sientes que, cuando le ves, la mitad de tu mundo se vuelve feliz, y de color de rosa, mientras que, en otra parte, todo se congela, y hay terremotos, esa mitad se viene abajo de una sola mirada. Sólo puedes pensar en él. Nada más existe. Cuando se interpone alguien entre tú y él, gritas hasta que se aparta. Cada recuerdo, cada sonrisa suya, cada beso, te hace recordar ciertas cosas que, a veces quieres pensar y otras no quieres. Sabes dónde vive, y sabes que sin duda irías a buscarle cualquier día de estos. Es posible que lo des todo por verle. Es simple, pero también es complicado. Es normal, o tal vez no. Pero, sientes tantas cosas inexplicables, es común que no pares de pensar en esta situación de mierda que tenéis. Pero, sin embargo, sabes lo mal que está lo que hiciste, y no te lo perdonarás. ¿Qué te vas a olvidar en dos días?, no, no lo creo. Sabes tantas cosas que se contradicen, que no sabes a dónde ir, ni si llorar o reír. Sabes tantas cosas que, al fin y al cabo, es como si no supieses nada.
Y, aún recuerdas aquella vez que dijo, ''Estaría bien, ¿no? Mi primera novia, para siempre.'' y tú asentiste, mientras tu mundo se derrumbaba.
Me han dicho que todo el mundo merece una segunda oportunidad...


...¿será verdad?

¿SABES?, AMO A ESA PERSONITA.

-Estoy al borde del abismo, entre seguir llorando o tirarme.
-¿Sabes? Hay un personita,justo detrás de ti. Esperando a que te des la vuelta, la abraces, y te desahogues con ella... yo.