Y es que me muero por ti.

Escúchame tan solo unos segundos. Cierra los ojos. Visualiza todo lo que hemos pasado juntos, tú y yo, y nadie más. ¡No! No los abras aún. Respira hondo, despacio. Toma una gran bocanada de aire. Ahora imagina, por un momento, todo lo que podríamos llegar a hacer, lo que podríamos llegar a ser. Imagina tu mano y la mía, entrelazadas, mientras damos un paseo por la playa, al atardecer. Y como dos locos enamorados, correr hacia el agua, y sumergirnos. Besos con sabor a sal. Imagina, una tarde lluviosa, una película que me hiciera llorar. Nosotros bajo la manta, sobre el sofá. Imagina como sería visitar París a mi lado. Imagínate oír mi voz susurrándote “te quiero” todos los días. Imagina mil locuras, noches en vela, ataques de amor, explorar cada rincón de la felicidad. Mirarme a los ojos cada día, y sentir que me quieres. Tenerme, sólo para ti, y para siempre. Imagina que despiertas a mi lado cada día, y que soy tuya, sólo tuya. Imagínate todas esas cosas que podemos aprender el uno del otro. Imagíname a mí, sonriendo porque te he visto, besándote hasta que me duelan los labios, teniéndote aquí, conmigo. Sin necesitar otra cosa que no sean tus besos, tus caricias y tus abrazos. Imagina que sólo existimos nosotros, tú y yo. Tus manos, tu sonrisa, y tu pelo. Mis caderas, mis piernas, y mi coleta. Tus labios, tus besos en el cuello, y tu voz diciéndome que me quieres. Mis palabras respondiéndote que yo también te quiero, mi deseo, y mis muecas. Nuestros besos, nuestras caricias y nuestras cosquillas. Imagina que nadie más existe. Sería perfecto, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario