Anoche.

Ahora sólo te necesito a ti. Que no sé cómo lo has hecho, pero has entrado en mi vida. Y no sé si predecir un final feliz como en el mundo de princesas que parece que es.
Y ayer yo te besaba cada parte de tu espalda, sin importarme lo de más. Y ahora sólo desearía tenerte aquí, diciéndome que nunca jamás te volverás a ir. Diciéndome que sientes lo mismo, y que también me necesitas en esta vida tan puta. Mirándome con esos ojos de los cuales me enamoré, y tocándome con las mismas manos con las que me acariciaste anoche. Hablándome con esa boca que tanto deseo besar, y moviendo ese piercing que hace que me entren escalofríos. 
Pero, ¿qué quieres que te diga? Tal vez la vida sea así de puta. Y tal vez se queden sólo en ilusiones (cosa que espero que no, sinceramente). 

Y tal vez vosotros no sepáis qué es que ella te bese, entre las sábanas de una cama que no importaba, porque sólo importaba ella, sus besos y sus caricias. Porque tal vez no sepáis que no encontraba las palabras exactas para decirle al mundo que se marchase, que todo lo que yo quería estaba en esa cama, a mi lado. Que seguramente no sepáis lo frágil que suelo sentirme, y sobretodo a su lado. Sensible, débil, rompible. Pero eso, y muchas más cosas, seguían sin importarme si ella seguía en esa cama conmigo, besándome en cada momento y haciendo que el mundo para mí, dejase de cobrar sentido. Provocando que el centro de mi mundo se redujese a debajo de aquel edredón. Diciéndome que se estaba enamorando de mí, mientras yo le decía con besos que yo estaba cayendo en la trampa que era el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario