Hoy intenté de nuevo evadirme de esté asqueroso mundo, y, de ti, cómo no.
Me coloqué los auriculares en las orejas, y puse el iPod en marcha.
Y las canciones pasaban. Una tras otra. Sin piedad alguna.
No sé cómo, entre melodía y melodía volvió a mi cabeza tu recuerdo.
Aunque, ahora sé, que tu estúpido recuerdo siempre vivirá en mi cabeza.
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