Esto es un grito de socorro:


“Te necesito aquí, a mi lado, haciendo de padre.
Ella no necesita otra cosa, no, no, no, me niego a aceptarlo. No me apetece aceptar que el que está ahora durmiendo con ella no es mi padre, no, joder, me es imposible de entender.
Y lo peor de todo es que no volverás, tengo que aceptarlo, lo sé, pero no es fácil, ¿sabes? Que es posible que no haya valorado lo suficiente todos estos años a tu lado, pero, nunca creí que fuese a ir así de mal.
Te extraño. Te añoro. Te echo de menos, joder.
¿Cuándo decidió que te fueses? No lo entiendo. Problemas, problemas, y más problemas.
Y lo cierto es que, me sentía especial, siempre mis amigas han pasado estos problemas, o al menos la mayoría, y nunca me sentí con fuerzas de superar yo algo semejante, y no me equivoqué. “De esta no salgo.” Pienso cada día al levantarme, pero, es que, es la verdad. Jamás voy a salir de aquí, jamás dejaré de tener la esperanza de que vuelvas, porque, nada es imposible, ¿verdad?
Te necesito, como nunca antes necesité a nadie, protegiéndome, cuidándome, interponiéndote entre cualquier peligro y yo.”



-Por favor –grité-, vuelve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario