Lluvia, truenos.

Y allí estaba ella, al lado de su ventana, viendo las gotas de lluvia en su viaje hacia el suelo. Una tras otra, eran libres. Ella de vez en cuando estiraba su brazo, provocando así que todas esas gotas se extraviasen en ella, y no en el suelo como debía ser. Y continuaba mirando todas esas gotas caer desde el cielo. Se preguntaba cuánto tardaría en llegar el invierno, lo añoraba tanto. Pues los días nublados, las sudaderas, y el frío formaban parte de ella, la parte más importante. Al igual que también él formaba parte de ella. Pues él era todo. Él era aquel mundo que ella quería conocer, cuando y dónde fuese. Él era deseo, y pasión. Él era la luz de la vela que ella sostenía en su mano, a punto de derretirse por completo. Él era la R de romance. Ella no era nada, o al menos eso creía. Ella sólo pasaba sus días pensando en él, y en su pequeña historia, que sin duda repetiría, únicamente cambiando el final. Cambiaría un ''FIN'' por un ''CONTINUARÁ'' pero las cosas no podían ser. Pues ella había vivido la cara bonita del amor, y ahora vivía la cara dolorosa de éste. Ella no era una chica que dijera ''enamorarse'' a la ligera... pero cuando pensaba en él lo decía, pues la verdad es que sí que lo estaba, y, por una vez, no tenía miedo a gritárselo al estúpido mundo en el que vivía. 
Pensando en todos aquellos besos, aquellas risas, y en lo impredecible que era él, ella soltaba lágrimas vacías al pensar que él no volvería. Pero consiguió armarse de valor, aunque no sabe cómo. Y escribió en su ordenador ''Hola, quería decirte que en estos meses sólo he sido una estúpida que no ha conseguido olvidarte, que ni siquiera lo ha intentado, y que, hoy, se vuelve a disculpar por todo el daño que te he hecho. Lo siento. Te quiero.'' y, sin ni siquiera dudar, se lo envió a él. 
Tal vez fue una estúpida, como dice que es, pero debía hacerlo. Pues él dijo que aún sentía algo por ella, y ella sólo quería dejar de torturarse, y descubrir la verdad.

-Algún día -pensó-, algún día volverá a ser mío, aunque sea en sueños, y ese día, no lo soltaré nunca más.

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