''Siempre serás un padre ejemplar, no lo olvides, por favor.''
Duele mucho. Muchísimo.
Recuerdo el día en el que esto pasó de ser una familia, a ser un grupo de personas que viven bajo el mismo techo. Recuerdo la primera discusión, así como la última. Recuerdo cuando aún éramos una familia (desestructurada, sí, pero al fin y al cabo una familia) que al menos cenaba a la hora que tocaba, y no cada uno por su cuenta. Recuerdo momentos felices, todos juntos. Y cuando volví a ver aquella foto de familia, de navidades, la cual estaba enterrada en un cajón, llenándose de polvo, y la cual se pudrirá ahí, porque nadie irá a limpiarla, ni siquiera se acordarán de ella. Recuerdo las palabras exactas que me dijeron cuando me comunicaban que iban a divorciarse, recuerdo incluso cómo dolía, y las palabras de súplica que decía mi padre cuando le entregaron los papeles. Recuerdo los gritos y las peleas, y que, aún así, ella seguía hablando felizmente con su novio, o, supongo que, en esos tiempos, amante. Dios, recuerdo la primera vez que vino él a casa, a ''quedarse a cenar'', y hasta incluso podría dibujaros la cara de asco que le puse, ¿qué quería qué hiciese? No podía hacer otra cosa. Recuerdo tantas cosas que me gustaría olvidar. E incluso recuerdo cada día las ilusiones que tengo de por fin poder aceptar esto, pero, no puedo, es así de triste.
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