Con las lágrimas en los ojos, y las demás a punto de salir.

Con las ilusiones agotándosele, y las restantes a punto de hacerlo, ella continuaba llorando.
Con la pulsera que tenía escrito su nombre en una mano, y un rodamiento desgastado en la otra, ella veía pasar su vida mientras el más mínimo golpeteo de tabla contra el suelo le recordaba a él. 
Con el pelo recogido, y las piernas cruzadas, ella seguía pensando en él, y en cuándo volvería a verle. 
Con un vestido rosa puesto, y unas sandalias demasiado bonitas para como solía vestir ella, continuaba con la cabeza llena de vacíos, y los espacios ocupados llenos de recuerdos a su lado, y de estúpidas preguntas sin respuesta alguna.

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