Mi nube, mi mundo, mi cuento de hadas.

¿Sabéis?, siempre viví en otro mundo. Pues desde pequeña quise evadirme de la realidad con un simple cambio de planeta. Fácil, ¿eh? Pero complicado a la larga. 
Vivo en un cuento de hadas, y aquí todo es más fácil, al menos por ahora. En mi cuento, todo el mundo vuelve, y, míradme, aquí sigo, esperando a que vuelva mi abuelo a darme de la mano y a decirme que me quiere, esperando a que el próximo coche que pase por mi calle sea el de mi padre, volviendo para así reconciliarse con mi madre. Esperando que él vuelva, y vuelva con un gran beso. O a que Chiky me vuelva a gruñir como tan cariñosamente hacía desde que la tenía. Espero pacientemente a que todos ellos vuelvan, pues no puedo hacer nada mejor. Pero, tal vez, me canse de esperar, y reconozca que esto, me guste o no, no es mi cuento de hadas. Que el sitio donde he crecido y donde actualmente vivo es el mundo real, donde los muertos no resucitan, y donde hay pocas posibilidades de que un amor pasado vuelva a florecer.
Bueno, tal vez debería bajar de mi nube un momento para ver lo mal que está el mundo. Pero, ¿para qué? Todo el mundo seguirá sin hacer nada por mí. Total, se está tan cómodo aquí arriba.
Y, ¿os digo un secreto? ¿Sabéis por qué siempre me lo tomo todo a broma? Por la simple razón de que cuando vuelva a casa, mi nube va a seguir ahí, tan cómoda como siempre, y pasaré de todo. Porque en mi mundo no está toda esa escoria de la sociedad, que se dedican a inventar, e inventar cosas a cerca de otras personas. Personas que son tan falsas como las tetas de silicona.
Así que, dicho lo dicho, voy a volver a mi nube, porque nunca debí bajar de ella.

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